…DEL RESENTIMIENTO que causa en la sociedad un escritor o cualquiera que dedique su vida a un trabajo no convencional me pude dar cuenta de pequeña, cuando con toda naturalidad decía a mi familia que deseaba ser futbolista. Mientras formulé este deseo con cinco, seis o siete años, mi familia lo recibió con aprobación y una sonrisa en la boca, pero a medida que seguía cumpliendo años y no cambiaba de deseo, las cejas empezaron a arquearse hasta que, sobre los doce-trece años, descubrí que mis familiares se oponían de forma frontal a que yo fuese futbolista. ¡Eso de futbolista, boxeador, actriz, poeta, astronauta, bailarín, modelo, cantante, es algo que se permite desear a un niño de cinco años, pero para los trece ese niño ya debería tener la cabeza limpia de pájaros y desear una profesión en serio! Pero todavía hay algo que la sociedad odia más que ese deseo por una profesión en la que puedas divertirte, y es que además de desearla… ¡la consigas!