ANTES ME invad铆a la verg眉enza cada vez que le铆a mis escritos. Me costaba creer que fuera capaz de arriesgarme a semejantes sincericidios. ¿Eres de verdad tan d茅bil, Vanessa, necesitas tanto de los ojos del lector, est谩s dispuesta a ser su pelele, no te importa dar pena? Seguramente fue la costumbre la que poco a poco me hizo aceptarme, porque tampoco sabr铆a escribir de otra manera. Comprend铆 que la escritura confesional es una profesi贸n de riesgo donde el autor siempre anda manoseando los cables de su propia bomba. A veces te pasas de vanidosa, a veces de lastimera, a veces de idiota. En este tipo de literatura hacer el rid铆culo es irrenunciable: no se acerque a ella quien tema quedar como una mamarracha.