A LO que tienen miedo las personas que fueron guapas en su juventud, m谩s que a las arrugas o las caries o la obesidad, es a perder el h谩bito de ser miradas. Esos miles de ojos que recibieron gratis desde muy peque帽os, los mismos que les aportaron arrogancia en los gestos y seguridad en el car谩cter, ahora ya no llegan con la misma asiduidad que antes y su m谩quina de las preguntas se dispara: ¿qu茅 hacemos ahora? ¿qui茅n nos devuelve aquella colecci贸n de ojos siempre fijos en nosotros?