EN ESA sucesi贸n de capas que van sediment谩ndose hasta formar tu personalidad, nada peor que escucharte solo a ti mismo: esa voz pelma, engolada, consabida, no es a menudo m谩s que una m谩scara que imagina todos los idealismos: yo soy Siss铆, soy Mario, soy Bonaparte, soy cualquier espejo que ponga erecto mi ego. ¡Mucho cuidado con hablar con la almohada, esa mujer que se viste de reina para s铆 misma!