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SOBRE LOS 40/50 a priori todavía tienes el ataúd a distancia, pero ya empiezas a adquirir el vicio de las “conclusiones”, la principal la de mirar hacia atrás y juzgar tu vida como un éxito o un fracaso. Estas conclusiones, sin duda precipitadas, proceden de la angustia que te crean tus signos irrefutables de envejecimiento; es el momento en que descubres que lo que más te ahoga no es el piso donde vives ni las personas con las que lo compartes, sino los años de alquiler que te quedan. Pensabas que la jaula era el espacio, pero la jaula es el tiempo.