POCAS COSAS de la literatura me hacen sonre铆r tan malignamente como contemplar esas fotos donde aparecen cuatro, ocho o hasta veinte poetas cuando est谩n reunidos en torno a alg煤n homenaje, premio o celebraci贸n. Viendo esas fotograf铆as donde posan tan serenos, dir铆ase que se llevan bien entre ellos, que una honda camarader铆a los re煤ne, que el mundo de la poes铆a es una Arcadia de la amistad continua. Pero yo, que s茅 lo que hay dentro de ellos porque yo mismo lo padezco (el diente de la envidia, la espuela de la ambici贸n, la necesidad de ser el n煤mero uno), me r铆o y me sonr铆o porque es imposible que haya amistad donde se compite: el deseo de brillar m谩s que el otro envilece los sentimientos m谩s puros. ¡No hay amigos en la poes铆a, solo rivales que se unen de vez en cuando contra otros rivales para repartirse premios o figurar en las antolog铆as!