NADIE HUMANO quiere irse. Si el planeta pudiera hablar, estoy segura de que dir铆a: “Aqu铆 todo el mundo deja mi bar a la hora convenida, tenga ra铆ces, cuernos, hojas, p茅talos, patas o alas, sin hacer dramas, con elegancia y educaci贸n, salvo una especie en particular, mam铆fera y b铆peda por m谩s se帽as, que trata de aferrarse a la barra y siempre est谩 pidiendo que le saque una cerveza m谩s”.