LOS SERES humanos no quieren guerras, acuden obligados a ellas. No quieren pelearse; buscan mil motivos para librarse de los problemas. La hipocres铆a social, esto es, el cat谩logo de cobard铆as para no decirle al otro lo que pensamos realmente sobre 茅l, es el cemento con el que est谩n construidas todas las sociedades. Lo que se deduce de una guerra no es tanto la agresividad innata de sus participantes sino la aquiescencia, el car谩cter reba帽iego de la mayor铆a de la poblaci贸n, que obedece a sus l铆deres por miedo o dinero o patriotismo o ausencia de esp铆ritu cr铆tico.