DE LA iron铆a ya he hablado mal otras veces: la iron铆a es esa gran paralizadora con la que no se pueden elevar las pir谩mides ni pintar la capilla Sixtina ni escribir la Il铆ada. El escritor m谩s dotado del idioma espa帽ol, Francisco de Quevedo, no figura en los rankings internacionales de los cien mejores del mundo porque era un ser ahogado por la iron铆a. Pero la iron铆a tiene un aspecto positivo en los seres solitarios y eg贸latras como yo, y es que impide que la vanidad se apodere de nosotros (del todo, quiero decir). Es ella la que hace que rompamos a re铆r cada vez que nos topamos con un espejo. Es ella la Pepito Grillo que se mofa de nosotros cada vez que nos creemos Catalina la Grande. Cuando mi ego hace planes prusianos para invadir todo mi cerebro, de pronto aparece mi iron铆a y…