CUANDO PIENSO en la homofobia recuerdo a veces a Swift y sus ciudades gulliverianas de Liliput y Blefuscu, que estaban en guerra por la estupefaciente raz贸n de que contaban con diferentes visiones de c贸mo se debe partir un huevo: un bando consideraba con intransigencia que se debe partir por la parte ancha, mientras que el otro bando afirmaba con la misma intransigencia que se debe partir por la parte estrecha. Que una persona con polla no pueda besar a otra persona con polla; que una persona con test铆culos no pueda vestirse con ropa culturalmente asignada a personas con cl铆toris; que las personas sin tetas solo puedan utilizar el agujero del culo para el 煤nico placer de cagar, todas estas irracionalidades ser铆an solo c贸micas si no fuera por el precio que hacen pagar a los que las transgreden. Aunque el problema de fondo quiz谩 sea que el ser humano no da m谩s de s铆. Recuerdo a Adolfo Su谩rez cuando sac贸 adelante la ley del divorcio: “Lo m谩s dif铆cil fue convencer a los espa帽oles de que la Ley del Divorcio no obligaba a divorciarse; que era solo un derecho y no un deber. Los activistas antidivorcio me acusaban en las calles: “Su谩rez nos quiere robar a nuestras mujeres””.