SI FUERA cierta esa frase famosa de Faulkner, "inteligencia es el poder de aceptar el entorno", a煤n seguir铆amos trabajando diecis茅is horas al d铆a como en la antigua Manchester o ni siquiera habr铆amos salido de las cuevas de Altamira. M谩s bien es al contrario: la inteligencia nace contra el entorno y se despega de 茅l. El propio origen de la filosof铆a occidental en las colonias griegas del Asia Menor se atribuye justo a eso: viendo los individuos m谩s esclarecidos de aquellos pueblos de comerciantes que cada lugar ten铆a dioses distintos, costumbres distintas, morales distintas, les entraron las dudas sobre lo que era bueno o malo, lo normal o lo anormal, lo justo o lo injusto. Los seres inteligentes enseguida descubren que existen cientos de maneras de hacer las cosas y por eso se convierten en posibles enemigos de los poseedores del statu quo, que a menudo tratan de imponer un solo sentido com煤n entre tantos sentidos comunes. Cu谩nto m谩s pr贸xima me siento a la frase de Bernard Shaw: "El hombre razonable se adapta al mundo; el irrazonable intenta adaptar el mundo a s铆 mismo. As铆 pues, el progreso depende del hombre irrazonable".