SIEMPRE HAB脥A admirado con fervor la interpretaci贸n que Charles Chaplin hace de Hitler en El gran dictador hasta que hace unos a帽os, cuando lleg贸 Youtube y pude ver varios discursos del genocida alem谩n, ces贸 en parte mi admiraci贸n porque descubr铆 que, realmente, Chaplin hace poca parodia: Hitler era eso. C贸mo un personaje tan rid铆culo y sobreactuado pudo seducir a gran parte de los alemanes es algo que me maravilla, salvo que est茅 en lo cierto Gregorio Mara帽贸n, que sostiene en sus Ensayos liberales, en el ensayo dedicado a la Psicolog铆a del gesto, que los gestos de los l铆deres, perfectamente inocuos en las 茅pocas de abundancia, adquieren un matiz providencial en las 茅pocas de crisis. Hablo de Hitler y lo mismo podr铆a hablar de Mussolini, otro con el que tampoco consigo aguantar sin re铆rme ninguno de sus discursos. Que los historiadores y los grandes analistas, que en todo lo dem谩s condenan a estos dictadores, sigan concediendo que fueron dos “excepcionales oradores”, me obliga a frotarme los ojos. ¿Excepcionales oradores Adolfo y Benito? ¡Pero si eran solo dos mamarrachos, y ni siquiera de los mejores!